domingo, 2 de diciembre de 2012

Cómo entender el conflicto palestino-israelí y no morir en el intento, parte II


Hace una semana escribí una entrada en la que intenté explicar los inicios del conflicto palestino-israelí. Lo prometido es deuda, y aquí os traigo la segunda parte. Un pequeño y rápido resumen antes de entrar en materia: con la caída del imperio otomano como consecuencia de la I Guerra Mundial, se crea en Oriente Medio el Mandato Británico de Palestina. De forma paralela, se refuerza el movimiento sionista en todo el mundo, que reclama un estado judío en el que todos los practicantes de esta religión puedan vivir en amor y compañía. Gran Bretaña apoya, en un juego a dos bandas, tanto las aspiraciones judías como las de los árabes, que reclaman la soberanía de las tierras. ¿La solución? Dividir el territorio en dos estados, el palestino y el judío. Los primeros, que muestran su absoluto descontento con la resolución de las Naciones Unidas, se alían con la Liga Árabe y declaran la guerra a Israel. Con lo que la Liga Árabe no cuenta es con la fuerza del recién formado ejército israelí, pequeño pero matón, que gana la contienda (si es que en las guerras en verdad existen ganadores). Como consecuencia, Israel expande su territorios en un 23%. Y ahí nos quedamos.


El amarillo indica el territorio palestino, mientras que
el verde oscuro el territorio que se anexionó Israel tras la guerra 


Como es de esperar, comenzó a surgir un odio entre ambos pueblos hacia sus vecinos, aspecto en el que las religiones no ayudaron. Respecto al tema geográfico, Egipto ocupó y gestionó lo que hoy se conoce como Franja de Gaza, y Transjordania (a partir de entonces conocido como Jordania) hizo lo mismo Cisjordania y Jerusalén Este. Como parte del proceso de paz, se trazó la denominada “línea verde” a modo de frontera.

Obviamente, lo que está en verde es la línea verde.
¿Y la roja? os preguntaréis. Paciencia, jóvenes padawans.
Como en cualquier conflicto, esta guerra trajo consigo consecuencias nefastas para los civiles, y muchos de los ciudadanos árabes se vieron obligados a abandonar el país en calidad de refugiados con la esperanza de regresar una vez se hubiesen calmado las aguas. Otros no abandonaron el país en sí, sino que se congregaron en las zonas ajenas al control israelí (las ya mencionadas Franja de Gaza y Cisjordania) y recibieron el nombre de “desplazados”. Por último, unos 100.000 árabes permanecieron en territorio israelí y recibieron la respectiva nacionalidad después del conflicto. Del mismo modo, los judíos que habitaban en países árabes también sufrieron la presión del exilio, y muchos de ellos se desplazaron a Israel.

Aprovecho para matizar que árabe y musulmán no designan un mismo concepto: el primero hace referencia a un pueblo, mientras que el segundo a una religión. Por tanto, ni todos los árabes son musulmanes (existen árabes católicos, judíos, ateos…) ni todos los musulmanes son árabes, sino que, dependiendo de su origen, un musulmán puede ser también persa, bereber, turco, español…

Como decía antes de este pequeño espacio patrocinado por la RAE, todos aquellos que abandonaron sus casas creyeron que podrían volver tras la guerra, pero no fue así. De hecho, muchos dejaron de tener casa, puesto que estas pasaron a pertenecer al gobierno de Israel. La mayoría de refugiados emigrantes no recibieron el mejor de los tratos en los países receptores, y sus condiciones de vida se degradaron. Esta cuestión sigue estando vigente en las negociaciones y en las reclamaciones de los palestinos, pues todavía no se ha encontrado una solución ni se ha facilitado la vuelta de los casi cinco millones de refugiados, como ordenan las leyes del Derecho internacional.
Palestinos por el mundo

Campo de refugiados palestinos en Iraq


Las tensiones en el territorio crecieron y crecieron, sobre todo tras la guerra del Canal de Suez, en la que se enfrentó una coalición formada por Francia, el Reino Unido e Israel contra Egipto. A pesar de que la coalición resultó vencedora en la contienda, el sentimiento de identidad musulmana en la zona se reforzó, y el presidente de Egipto, Nasser, adquirió, como mínimo, el título de héroe.

Este hombre que sonríe tanto es Nasser

Y, en 1967, llegó el pelotazo, también conocido como la Guerra de los Seis días, en la que Israel volvió a demostrar su superioridad militar. El ambiente estaba que ardía, e Israel le vio las orejas al lobo y lanzó un ataque preventivo hacia Egipto. Jordania no se quedó de brazos cruzados y respondió atacando también a Israel. Cinco días después, Israel se anexionaba nuevos territorios, entre ellos Gaza, Cisjordania, Jerusalén y la Península del Sinaí. Se suponía que esos territorios se devolverían como moneda de cambio en el seno de las negociaciones de paz, pero no fue así, e Israel continuó ocupando una zona en la que la población palestina se mostraba cada vez más y más hostil. A mayores, Israel dejó de gozar de la simpatía general a ojos del mundo, y pasó a considerarse, por primera vez, como una potencia ocupante que no contaba con el beneplácito de la mayoría de las naciones más influyentes del momento. La ONU decidió, a través de la famosa resolución 242, que las fuerzas armadas israelíes debían, por un lado, retirarse de los territorios ocupados y, por el otro, poner fin a toda situación beligerante. Sin embargo, Israel comenzó a construir asentamientos de judíos en el territorio colonizado, en los que, a día de hoy, viven más de 500.000 israelíes a pesar de los reproches internacionales. Os dejo con la intriga de los asentamientos hasta dentro de un par de párrafos.

Las fronteras de Israel a partir de 1967

Rayban y pañuelo palestino.
Arafat fue un adelantado en la moda.
Nasser, al que ya hemos llamado “héroe de los países árabes”, decidió que hacía falta un grupo que representase a todos los refugiados palestinos, y así nació la OLP, Organización para la Liberación de Palestina, liderada por el celebérrimo Yasir Arafat. Es cierto que la OLP, en sus orígenes, tenía como objetivo la destrucción de Israel mediante la lucha armada y el regreso de todos los refugiados palestinos a un territorio único. Sin embargo, Arafat no era lo suficientemente duro desde el punto de vista de los más extremistas, que abandonaron el movimiento. En 1988, la OLP decidió renunciar a la violencia para conseguir sus objetivos de forma política y no terrorista. Lo primero que hizo fue reconocer la legitimidad del estado de Israel y, como respuesta, el Primer Ministro Israelí Rabin también reconoció a la OLP como la representante del pueblo palestino. Gracias a este gran paso, ambos países comenzaron las negociaciones en los Acuerdos de Oslo. Estos acuerdos, firmados por ambos líderes, suponían el fin del estado de guerra entre israelíes y palestinos y, a su vez, creaban la Autoridad Nacional Palestina, un órgano de gobierno con soberanía transitoria en Gaza Y Cisjordania. Los Acuerdos de Oslo no se quedaron al margen de las críticas de los más conservadores; extremistas de un lado y de otro los consideraron demasiado benevolentes, y el proceso de paz se truncó, entre otras cosas, por el asesinato del Primer Ministro Rabin a manos de un judío ultraortodoxo.

Ahí sobra alguien

 Desde los Acuerdos de Oslo en 1993, ha habido numerosos intentos de llegar a un compromiso, como los Acuerdos de Camp David en el año 2000, en los que se trataron temas como la soberanía de Jerusalén o los asentamientos judíos, hasta la Conferencia de Paz en Annapolis en el 2009, en las que Bush de verdad creyó que pasaría a la historia como el precursor de la paz en Oriente Medio. Ironías de la vida: otro que se merecía el Nobel, visto lo visto.

En todo ese tiempo de negociaciones, los ataques y guerrillas no cesaron: la Guerra del Yom Kipur, la Guerra del Líbano, o las dos intifadas, entre otros. El término intifada hace hace referencia a dos revueltas palestinas acontecidas en los años 1987 y 2000 y en las que, en total, 1223 israelíes y 6678 palestinos perdieron la vida.

El muro de Cisjordania recuerda al muro de Berlín.
Triste pero cierto
Desde el momento en el que Israel comenzó a ocupar los territorios de Cisjordania, la vida de los palestinos se ha ido recrudeciendo. El gobierno Israelí levantó un muro cuyo recorrido no coincide con la línea verde, por lo que numerosos habitantes se encuentran atrapados entre ambas fronteras. La comunidad internacional considera que estos asentamientos son ilegales, pero Israel no piensa así. Por ello, el gobierno incentiva la construcción de nuevos edificios y subvenciona a las familias que quieran vivir allí. Organizaciones de los derechos humanos, como Amnistía Internacional o Avaaz, denuncian sistemáticamente la presión que estos asentamientos ejercen sobre los nativos palestinos, a quienes, a veces, se les hace la vida imposible. Como ocurrió en Berlín, el muro ha separado a familias, pueblos y lugares de trabajo, y la mayoría de ciudadanos palestinos tienen que pasar un control fronterizo cada día para acudir a sus puestos de trabajo. Huelga decir que, a menudo, el permiso de entrada o salida es aleatorio. Algunos campesinos han visto como ese muro los separaba irremediablemente de sus campos de olivos, y los que no han podido continuar con sus labores se ven obligados a emprender largas travesías para llegar a un trozo de tierra que, literalmente, pueden ver desde sus ventanas. 

Ahora ya sabéis lo que es la línea roja
Los puntitos azules son los asentamientos. Podéis ver el mapa en grande aquí

El caso de Gaza es todavía más extremo. En 2006, Hamás, organización considerada terrorista por la mayoría de los países de la ONU, ganó las elecciones. Desde entonces, Israel ejerce un bloqueo tanto por tierra como por mar y aire que tiene sumido a sus habitantes en la mayor de las pobrezas. Con la excusa de la defensa personal, los bombardeos hacia la franja son sistemáticos, a los que militantes de Hamás responden con el lanzamiento de cohetes. Gaza es la región del mundo con mayor densidad de población, ya que en apenas 360 kilómetros cuadrados se congregan nada más y nada menos que 1.500.000 habitantes que no cuentan con otro medio de supervivencia que las ayudas internacionales. Con la pretexto de atacar al enemigo terrorista, los bombardeos israelíes se dirigen a personas concretas, dando lugar a “asesinatos selectivos”. Estos asesinatos vulneran las leyes del Derecho Internacional, no sólo por el hecho de que los supuestos terroristas son ejecutados sin previo juicio, sino por la cantidad de daños colaterales en la población civil que acarrean.

Welcome to Gaza

Durante la Operación Plomo Fundido en 2009, los bombardeos israelíes a la franja de Gaza fueron discriminados (se dice que incluso se utilizaron las letales bombas de fósforo), e Israel bloqueó tanto las fronteras como el acceso por parte de la prensa al terreno. Sin embargo, algunos reporteros consiguieron colarse, y este documental de la CNN llamado "Gaza: lo que Israel no quería que viéramos" es un buen reflejo de las consecuencias de la operación en los civiles.

Según un informe conjunto de 2007 del Fondo Mundial de la Alimentación y la FAO, el 84% de los habitantes de Gaza y el 60% de los cisjordanos viven por debajo del umbral de la pobreza y están obligados a vivir de la caridad. Israel controla los suministros de alimentos y de agua que llegan a la franja de Gaza, por lo que pueden castigar a los civiles siempre que quieran. Es cierto que no se deben minusvalorar los ataques de Hamás hacia Israel, cuyos habitantes viven constantemente pendientes de las alarmas, pero la respuesta a los cohetes que llegan desde Gaza es desmesurada, y no hay más que ver el desproporcionado número de pérdidas civiles en los últimos años.
Gaza y sus cohetes.

Abbas feliz cual regaliz ^_^
Mientras tanto, Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, lucha incansablemente y de forma pacífica por el reconocimiento del Estado Palestino. Hace apenas unos días, muchos hemos compartido con ilusión la noticia de que Palestina era reconocida por la ONU como “estado observador”. Algunos se han preguntado si dicho nombramiento tenía un fundamento, puesto que Palestina cuenta ahora con voz en el organismo, pero no con voto. La respuesta es que sí. Ya no solo estamos ante el primer reconocimiento mundial oficial del estado (y dicho sea de paso, gracias una votación aplastante a su favor), sino que ahora los palestinos tienen una vía abierta para denunciar a Israel ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Es difícil, pero no imposible. Y es la única vía, puesto que todas las opciones restantes están vetadas por el Gobierno de Estados Unidos (porque vivimos en una democracia mundial en la que uno de los seis países del Consejo de Seguridad pueden vetar cualquier resolución, aunque el resto de naciones la apoyen).  Ahora, el Primer Ministro israelí ha amenazado con construir toda una sarta de asentamientos en Cisjordania como respuesta al reconocimiento de Palestina.
No hay palabras que lo expliquen mejor.


Me he dejado bastantes cosas en el tintero, pero os enlazo todos los temas para que podáis seguir informándoos si os apetece. También os dejo algunas páginas que me han gustado mucho, como ésta de El Mundo, en la que colabora el profesor de la Universidad de Alicante Ignacio Álvarez-Ossorio. A Ignacio lo escuché ojiplática en las conferencias que dio el año pasado en la Facultad de Letras y de vez en cuando le echo un vistazo a su blog.








Aquí os dejo también un vídeo de la ONG Avaaz, de cuatro minutos de duración, sobre la situación de Gaza, y os recomiendo que veáis el documental de la CNN del que os he hablado. Espero que os haya resultado útil e interesante. ¡Yo me lo he pasado muy bien escribiéndolo!