domingo, 2 de diciembre de 2012

Cómo entender el conflicto palestino-israelí y no morir en el intento, parte II


Hace una semana escribí una entrada en la que intenté explicar los inicios del conflicto palestino-israelí. Lo prometido es deuda, y aquí os traigo la segunda parte. Un pequeño y rápido resumen antes de entrar en materia: con la caída del imperio otomano como consecuencia de la I Guerra Mundial, se crea en Oriente Medio el Mandato Británico de Palestina. De forma paralela, se refuerza el movimiento sionista en todo el mundo, que reclama un estado judío en el que todos los practicantes de esta religión puedan vivir en amor y compañía. Gran Bretaña apoya, en un juego a dos bandas, tanto las aspiraciones judías como las de los árabes, que reclaman la soberanía de las tierras. ¿La solución? Dividir el territorio en dos estados, el palestino y el judío. Los primeros, que muestran su absoluto descontento con la resolución de las Naciones Unidas, se alían con la Liga Árabe y declaran la guerra a Israel. Con lo que la Liga Árabe no cuenta es con la fuerza del recién formado ejército israelí, pequeño pero matón, que gana la contienda (si es que en las guerras en verdad existen ganadores). Como consecuencia, Israel expande su territorios en un 23%. Y ahí nos quedamos.


El amarillo indica el territorio palestino, mientras que
el verde oscuro el territorio que se anexionó Israel tras la guerra 


Como es de esperar, comenzó a surgir un odio entre ambos pueblos hacia sus vecinos, aspecto en el que las religiones no ayudaron. Respecto al tema geográfico, Egipto ocupó y gestionó lo que hoy se conoce como Franja de Gaza, y Transjordania (a partir de entonces conocido como Jordania) hizo lo mismo Cisjordania y Jerusalén Este. Como parte del proceso de paz, se trazó la denominada “línea verde” a modo de frontera.

Obviamente, lo que está en verde es la línea verde.
¿Y la roja? os preguntaréis. Paciencia, jóvenes padawans.
Como en cualquier conflicto, esta guerra trajo consigo consecuencias nefastas para los civiles, y muchos de los ciudadanos árabes se vieron obligados a abandonar el país en calidad de refugiados con la esperanza de regresar una vez se hubiesen calmado las aguas. Otros no abandonaron el país en sí, sino que se congregaron en las zonas ajenas al control israelí (las ya mencionadas Franja de Gaza y Cisjordania) y recibieron el nombre de “desplazados”. Por último, unos 100.000 árabes permanecieron en territorio israelí y recibieron la respectiva nacionalidad después del conflicto. Del mismo modo, los judíos que habitaban en países árabes también sufrieron la presión del exilio, y muchos de ellos se desplazaron a Israel.

Aprovecho para matizar que árabe y musulmán no designan un mismo concepto: el primero hace referencia a un pueblo, mientras que el segundo a una religión. Por tanto, ni todos los árabes son musulmanes (existen árabes católicos, judíos, ateos…) ni todos los musulmanes son árabes, sino que, dependiendo de su origen, un musulmán puede ser también persa, bereber, turco, español…

Como decía antes de este pequeño espacio patrocinado por la RAE, todos aquellos que abandonaron sus casas creyeron que podrían volver tras la guerra, pero no fue así. De hecho, muchos dejaron de tener casa, puesto que estas pasaron a pertenecer al gobierno de Israel. La mayoría de refugiados emigrantes no recibieron el mejor de los tratos en los países receptores, y sus condiciones de vida se degradaron. Esta cuestión sigue estando vigente en las negociaciones y en las reclamaciones de los palestinos, pues todavía no se ha encontrado una solución ni se ha facilitado la vuelta de los casi cinco millones de refugiados, como ordenan las leyes del Derecho internacional.
Palestinos por el mundo

Campo de refugiados palestinos en Iraq


Las tensiones en el territorio crecieron y crecieron, sobre todo tras la guerra del Canal de Suez, en la que se enfrentó una coalición formada por Francia, el Reino Unido e Israel contra Egipto. A pesar de que la coalición resultó vencedora en la contienda, el sentimiento de identidad musulmana en la zona se reforzó, y el presidente de Egipto, Nasser, adquirió, como mínimo, el título de héroe.

Este hombre que sonríe tanto es Nasser

Y, en 1967, llegó el pelotazo, también conocido como la Guerra de los Seis días, en la que Israel volvió a demostrar su superioridad militar. El ambiente estaba que ardía, e Israel le vio las orejas al lobo y lanzó un ataque preventivo hacia Egipto. Jordania no se quedó de brazos cruzados y respondió atacando también a Israel. Cinco días después, Israel se anexionaba nuevos territorios, entre ellos Gaza, Cisjordania, Jerusalén y la Península del Sinaí. Se suponía que esos territorios se devolverían como moneda de cambio en el seno de las negociaciones de paz, pero no fue así, e Israel continuó ocupando una zona en la que la población palestina se mostraba cada vez más y más hostil. A mayores, Israel dejó de gozar de la simpatía general a ojos del mundo, y pasó a considerarse, por primera vez, como una potencia ocupante que no contaba con el beneplácito de la mayoría de las naciones más influyentes del momento. La ONU decidió, a través de la famosa resolución 242, que las fuerzas armadas israelíes debían, por un lado, retirarse de los territorios ocupados y, por el otro, poner fin a toda situación beligerante. Sin embargo, Israel comenzó a construir asentamientos de judíos en el territorio colonizado, en los que, a día de hoy, viven más de 500.000 israelíes a pesar de los reproches internacionales. Os dejo con la intriga de los asentamientos hasta dentro de un par de párrafos.

Las fronteras de Israel a partir de 1967

Rayban y pañuelo palestino.
Arafat fue un adelantado en la moda.
Nasser, al que ya hemos llamado “héroe de los países árabes”, decidió que hacía falta un grupo que representase a todos los refugiados palestinos, y así nació la OLP, Organización para la Liberación de Palestina, liderada por el celebérrimo Yasir Arafat. Es cierto que la OLP, en sus orígenes, tenía como objetivo la destrucción de Israel mediante la lucha armada y el regreso de todos los refugiados palestinos a un territorio único. Sin embargo, Arafat no era lo suficientemente duro desde el punto de vista de los más extremistas, que abandonaron el movimiento. En 1988, la OLP decidió renunciar a la violencia para conseguir sus objetivos de forma política y no terrorista. Lo primero que hizo fue reconocer la legitimidad del estado de Israel y, como respuesta, el Primer Ministro Israelí Rabin también reconoció a la OLP como la representante del pueblo palestino. Gracias a este gran paso, ambos países comenzaron las negociaciones en los Acuerdos de Oslo. Estos acuerdos, firmados por ambos líderes, suponían el fin del estado de guerra entre israelíes y palestinos y, a su vez, creaban la Autoridad Nacional Palestina, un órgano de gobierno con soberanía transitoria en Gaza Y Cisjordania. Los Acuerdos de Oslo no se quedaron al margen de las críticas de los más conservadores; extremistas de un lado y de otro los consideraron demasiado benevolentes, y el proceso de paz se truncó, entre otras cosas, por el asesinato del Primer Ministro Rabin a manos de un judío ultraortodoxo.

Ahí sobra alguien

 Desde los Acuerdos de Oslo en 1993, ha habido numerosos intentos de llegar a un compromiso, como los Acuerdos de Camp David en el año 2000, en los que se trataron temas como la soberanía de Jerusalén o los asentamientos judíos, hasta la Conferencia de Paz en Annapolis en el 2009, en las que Bush de verdad creyó que pasaría a la historia como el precursor de la paz en Oriente Medio. Ironías de la vida: otro que se merecía el Nobel, visto lo visto.

En todo ese tiempo de negociaciones, los ataques y guerrillas no cesaron: la Guerra del Yom Kipur, la Guerra del Líbano, o las dos intifadas, entre otros. El término intifada hace hace referencia a dos revueltas palestinas acontecidas en los años 1987 y 2000 y en las que, en total, 1223 israelíes y 6678 palestinos perdieron la vida.

El muro de Cisjordania recuerda al muro de Berlín.
Triste pero cierto
Desde el momento en el que Israel comenzó a ocupar los territorios de Cisjordania, la vida de los palestinos se ha ido recrudeciendo. El gobierno Israelí levantó un muro cuyo recorrido no coincide con la línea verde, por lo que numerosos habitantes se encuentran atrapados entre ambas fronteras. La comunidad internacional considera que estos asentamientos son ilegales, pero Israel no piensa así. Por ello, el gobierno incentiva la construcción de nuevos edificios y subvenciona a las familias que quieran vivir allí. Organizaciones de los derechos humanos, como Amnistía Internacional o Avaaz, denuncian sistemáticamente la presión que estos asentamientos ejercen sobre los nativos palestinos, a quienes, a veces, se les hace la vida imposible. Como ocurrió en Berlín, el muro ha separado a familias, pueblos y lugares de trabajo, y la mayoría de ciudadanos palestinos tienen que pasar un control fronterizo cada día para acudir a sus puestos de trabajo. Huelga decir que, a menudo, el permiso de entrada o salida es aleatorio. Algunos campesinos han visto como ese muro los separaba irremediablemente de sus campos de olivos, y los que no han podido continuar con sus labores se ven obligados a emprender largas travesías para llegar a un trozo de tierra que, literalmente, pueden ver desde sus ventanas. 

Ahora ya sabéis lo que es la línea roja
Los puntitos azules son los asentamientos. Podéis ver el mapa en grande aquí

El caso de Gaza es todavía más extremo. En 2006, Hamás, organización considerada terrorista por la mayoría de los países de la ONU, ganó las elecciones. Desde entonces, Israel ejerce un bloqueo tanto por tierra como por mar y aire que tiene sumido a sus habitantes en la mayor de las pobrezas. Con la excusa de la defensa personal, los bombardeos hacia la franja son sistemáticos, a los que militantes de Hamás responden con el lanzamiento de cohetes. Gaza es la región del mundo con mayor densidad de población, ya que en apenas 360 kilómetros cuadrados se congregan nada más y nada menos que 1.500.000 habitantes que no cuentan con otro medio de supervivencia que las ayudas internacionales. Con la pretexto de atacar al enemigo terrorista, los bombardeos israelíes se dirigen a personas concretas, dando lugar a “asesinatos selectivos”. Estos asesinatos vulneran las leyes del Derecho Internacional, no sólo por el hecho de que los supuestos terroristas son ejecutados sin previo juicio, sino por la cantidad de daños colaterales en la población civil que acarrean.

Welcome to Gaza

Durante la Operación Plomo Fundido en 2009, los bombardeos israelíes a la franja de Gaza fueron discriminados (se dice que incluso se utilizaron las letales bombas de fósforo), e Israel bloqueó tanto las fronteras como el acceso por parte de la prensa al terreno. Sin embargo, algunos reporteros consiguieron colarse, y este documental de la CNN llamado "Gaza: lo que Israel no quería que viéramos" es un buen reflejo de las consecuencias de la operación en los civiles.

Según un informe conjunto de 2007 del Fondo Mundial de la Alimentación y la FAO, el 84% de los habitantes de Gaza y el 60% de los cisjordanos viven por debajo del umbral de la pobreza y están obligados a vivir de la caridad. Israel controla los suministros de alimentos y de agua que llegan a la franja de Gaza, por lo que pueden castigar a los civiles siempre que quieran. Es cierto que no se deben minusvalorar los ataques de Hamás hacia Israel, cuyos habitantes viven constantemente pendientes de las alarmas, pero la respuesta a los cohetes que llegan desde Gaza es desmesurada, y no hay más que ver el desproporcionado número de pérdidas civiles en los últimos años.
Gaza y sus cohetes.

Abbas feliz cual regaliz ^_^
Mientras tanto, Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, lucha incansablemente y de forma pacífica por el reconocimiento del Estado Palestino. Hace apenas unos días, muchos hemos compartido con ilusión la noticia de que Palestina era reconocida por la ONU como “estado observador”. Algunos se han preguntado si dicho nombramiento tenía un fundamento, puesto que Palestina cuenta ahora con voz en el organismo, pero no con voto. La respuesta es que sí. Ya no solo estamos ante el primer reconocimiento mundial oficial del estado (y dicho sea de paso, gracias una votación aplastante a su favor), sino que ahora los palestinos tienen una vía abierta para denunciar a Israel ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Es difícil, pero no imposible. Y es la única vía, puesto que todas las opciones restantes están vetadas por el Gobierno de Estados Unidos (porque vivimos en una democracia mundial en la que uno de los seis países del Consejo de Seguridad pueden vetar cualquier resolución, aunque el resto de naciones la apoyen).  Ahora, el Primer Ministro israelí ha amenazado con construir toda una sarta de asentamientos en Cisjordania como respuesta al reconocimiento de Palestina.
No hay palabras que lo expliquen mejor.


Me he dejado bastantes cosas en el tintero, pero os enlazo todos los temas para que podáis seguir informándoos si os apetece. También os dejo algunas páginas que me han gustado mucho, como ésta de El Mundo, en la que colabora el profesor de la Universidad de Alicante Ignacio Álvarez-Ossorio. A Ignacio lo escuché ojiplática en las conferencias que dio el año pasado en la Facultad de Letras y de vez en cuando le echo un vistazo a su blog.








Aquí os dejo también un vídeo de la ONG Avaaz, de cuatro minutos de duración, sobre la situación de Gaza, y os recomiendo que veáis el documental de la CNN del que os he hablado. Espero que os haya resultado útil e interesante. ¡Yo me lo he pasado muy bien escribiéndolo! 

                           


domingo, 25 de noviembre de 2012

Cómo entender el conflicto palestino-israelí y no morir en el intento, parte I

Los últimos ataques entre palestinos e israelíes han ocupado todos los titulares de los últimos días, y no sin motivo. Muchos hemos observado el conflicto con preocupación, pues recordaba mucho a la relativamente reciente “Operación Plomo Fundido”, en la que no sólo 1340 palestinos (670 de ellos civiles) y 13 israelíes perdieron la vida, sino que las condiciones de los primeros se volvieron más extremas si cabe. Sí, lo has leído bien: la diferencia en el número de víctimas dista mucho de ser equitativa, pero es que estamos ante un complejísimo conflicto que de ningún modo puede considerarse ecuánime. Tampoco es reciente; para comprender bien las causas que han llevado a una situación de este calibre es necesario retroceder más de un siglo y salirse de los tópicos religiosos. Porque una cosa está clara: las guerras pueden tener causas religiosas, pero éstas no son más que factores superficiales; los intereses políticos y económicos no entienden de dioses.

Al finalizar este curso, será capaz de entender esta imagen.

Si ya confesé en mi anterior entrada sobre el Muro de Berlín que siento una debilidad por la historia contemporánea, el conflicto palestino-israelí es directamente una obsesión. ¿El problema? Es imposible resumirlo. Por mucho que se intente ofrecer una explicación breve y concisa de la situación en Oriente Medio, esta nunca será suficiente. Pero bueno, me gustan los retos, e intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Otra dificultad radica en lo complicado que resulta mostrarse imparcial en este asunto. De nuevo: me gustan los retos, e intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Las guerras son precisamente eso, guerras, y al final son los civiles de ambos contingentes los que sufren las consecuencias.

Antes de entrar en materia, definamos un término esencial: sionismo.

Es bastante común confundir los términos “semita” y “sionista”. Es curioso, puesto que designan dos conceptos totalmente distintos. Los semitas son todos aquellos que hablan una lengua semítica, como el hebreo, pero también el árabe. Es como si dijéramos que los españoles, franceses e italianos somos “románicos” y los daneses y alemanes “germánicos”. ¿Por qué se habla entonces de antisemitismo para referirse al odio hacia los judíos? Pues, seguramente, porque alguien en su momento no atendió en la escuela y el resto le siguieron la bola. Hoy en día se recomienda utilizar el término “antijudaísmo” y hablar de “antisemitismo” exclusivamente para referirse al holocausto. Que no se diga que no aprendéis cosas, ¿eh?

Un mapa mental vale más que mil palabras


Rebobinemos. Sionismo. Los judíos llevaban milenios sufriendo en sus propias carnes la discriminación por motivos religiosos y anhelando “la Tierra Prometida”. Tantas veces habían sido expulsados de un territorio (Babilonia, España, Rusia…) que encajaban a la perfección dentro del término “diáspora”. Una diáspora es un fenómeno sociológico y geográfico por el que un pueblo o una etnia no cuenta con un territorio físico concreto, sino que está dispersa por el mundo, formando pequeñas comunidades. Españoles por el Mundo, pero a lo bestia. A finales del siglo XIX, el odio hacia los judíos era tan patente (tanto como para provocar una crisis judicial en Francia denominada ¨Caso Dreyfus”), que un señor llamado Theodor Herzl escribió un manifiesto. Según él, su pueblo tenía que dejar de asimilarse en otras culturas y formar, por fin, su estado propio. Ese movimiento fue el origen del sionismo. Al principio, a ojos de muchos, Herzl no era más que un idealista que quería construir castillos en el aire. Sin embargo, poco a poco se fue ganando adeptos que apoyaron sus ideas de forma incondicional, tanto que la construcción de un estado israelí ya no parecía una utopía. A partir de entonces, Herzl se dedicó a viajar por distintos países para conseguir apoyo internacional. A pesar de que en un primer momento consideró Argentina como un posible huésped, el buen hombre terminó decidiéndose por la península del Sinaí, que se encontraba dentro del Imperio Otomano (también conocidos como “los turcos”). Amparados por el movimiento sionista, laico en sus orígenes, un número considerable de judíos hicieron las maletas y se plantaron en la Tierra Prometida.  De nuevo, la historia nos demuestra que una mera decisión es determinante para el futuro de las naciones, y a veces me pregunto qué habría pasado si se hubieran dirigido al Cono Sur.

Este señor de aquí es Theodor Herzl...
... y la mancha verde es el Imperio Otomano en 1914

Y llegó la I Guerra Mundial…

…y a los otomanos no les fue muy bien. Vamos, que perdieron sus territorios. Como consecuencia, el Reino Unido proclamó el Mandato Británico de Palestina, en el que la inmensa mayoría de habitantes eran árabes musulmanes. A pesar de que los británicos contribuyeron enormemente a la mejora de las condiciones de los habitantes, fueron un poco “traperos” en el tema de los acuerdos internacionales: por un lado, prometieron a los árabes que podrían formar un gran Estado árabe unido en Oriente medio en cuanto el país estuviera preparado para manejarse por sí solo. Por el otro, habían ratificado la Declaración Balfour, por la que se fomentaría la creación del Estado judío en el territorio palestino. Con una condición: que no se hiciera “nada que pudiera perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gozasen los judíos en cualquier otro país”. Un bonito juego a dos bandas.
Podéis leer la traducción de la Declaración Balfour aquí.


Con el establecimiento del Mandato comenzaron a llegar olas de inmigrantes judíos, que, para variar, sufrían la ira racista de sus países de origen. Al principio, la mayoría árabe no se mostró especialmente contrariada, pero con el paso de los años (o quizá meses), empezaron a verle las orejas al lobo. Tanta gente llegaba que los nativos comenzaron a revelarse, y la situación a principios de los años treinta terminó siendo insostenible. El gobierno del Mandato se decidió a restringir la inmigración con cupos, pero los judíos siguieron llegando en masa, sobre todo teniendo en cuenta el inminente ascenso de los movimientos fascistas. Y claro, la Declaración Balfour no era muy concisa que digamos, y daba lugar a diversas interpretaciones. ¿Cómo podían hablar de "los límites de Palestina", si estos todavía no estaban delimitados? ¿A qué se refieren con “perjudicar los derechos de las comunidades no judías”?

Mandatos británicos y franceses
Me encantan las fotos viejunas <3 

Los años siguientes transcurrieron en medio de un clima de hostilidades que fue en aumento con el paso del tiempo, dando lugar, entre 1936 y 1939, a la “Gran Revuelta Árabe". Llegó un momento, en 1947, en el que se hizo patente que, en aquellas circunstancias, ambos pueblos simplemente no podían vivir en paz. No quedó otra opción que promover una intervención internacional. La ONU creó en verano de ese año una comisión especial para ocuparse del tema, y esta presentó dos posibles soluciones: A) se creaban dos estados independientes en ese territorio y dejaban a Jerusalén bajo supervisión internacional durante una temporada, B) conseguían de algún modo que ambos pueblos viviesen en amor y compañía y dejaran de odiarse (así, de un día para otro). La votación por lo primero fue aplastante, por lo que la comisión presentó dicha propuesta ante la Asamblea de Naciones (jefes jefazos del orden mundial) para someterla a votación. La verdad es que presentaron una partición del territorio bastante curiosa, y que no beneficiaba en absoluto a los palestinos, pues los judíos se quedaban con una porción de territorio mayor a pesar de seguir siendo inferiores en número. Como diría mi madre: además de cornudos, apaleados. 



El problema de estas votaciones internacionales vinculantes es que hay demasiados intereses ocultos que impiden a los políticos pensar en una solución justa con toda sensatez. Las alianzas entre países quedaron muy patentes en la postguerra (estamos hablando del año 1947), y aquello no ayudó en absoluto a una palestina que no obtuvo más apoyos que los de los otros estados musulmanes, con alguna excepción. Como se puede esperar, los habitantes originarios del no-estado se sintieron amenazados.

En verde, los países que votaron a favor. En marrón, los que votaron en contra. En amarillo los que se abstuvieron. El resto ni pintó ni coloreó.


El Reino Unido se comprometió a que la Resolución 181, que así se llamó al plan de repartición de Palestina, entrase en vigor el mismo día que el Mandato Británico llegara a su fin, y así lo hizo. Habían pasado seis meses desde la votación de la Resolución y, durante todo ese tiempo, la Liga Árabe estuvo amenazando con responder de forma armada si el plan se hacía efectivo. El 14 de mayo se proclamó el Estado de Israel; el 15 se fueron los ingleses y esa misma noche el ejército egipcio cruzó la frontera, dando comienzo a la Guerra de la lndependencia. Esta terminó el 7 de enero del año siguiente con la victoria absoluta de Israel, que aumentó su territorio en un 23%. La ONU firmó la Resolución 194, por la que los numerosos palestinos que se habían refugiado en otros países podían volver a su tierra o recibir una compensación económica si decidían quedarse en su nuevo destino. Suena muy bonito y condescendiente, pero resulta que la Resolución 194 fue la primera de muchas, todas ellas redactadas con el propósito de proteger los derechos de la población palestina. Huelga decir que estas resoluciones, a dia de hoy, no se respetan. Pero eso forma parte de la segunda parte de la historia. To be continued

sábado, 10 de noviembre de 2012

Todo lo que siempre quisiste saber sobre el muro de Berlín y nunca te atreviste a preguntar


Vale: imaginaos que hoy no es 10 de noviembre (o cualquier otro día), sino 9. ¿Ya? Ale, ya podéis leer.

Un día como hoy, hace 23 años, un pueblo exultante tiró abajo algo más que unos paneles de hormigón. Aquel 9 de noviembre, el mundo asistió atónito a los últimos resquicios del comunismo y compartió la alegría de todos aquellos que cruzaban la misma línea divisoria que había separado irremediablemente a familias y amigos; una línea que algunos afortunados lograron cruzar, pese a que otros tantos perecieran en el intento.  El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín.





Desde pequeña, la historia contemporánea me ha fascinado. No sabría decir por qué, pero en clase me aburría soberanamente con las historias de caballeros, nobles, reyes y batallas, mientras que el mero hecho de escuchar nombrar a Bismarck ya despertaba mi curiosidad y me impedía seguir garabateando el libro de texto. Pero el día definitivo fue cuando por fin visité Berlín y se cumplieron las profecías (incluidas las de Sandro Rey): la ciudad ejerció su magia y se convirtió, automáticamente, en mi sitio favorito del mundo mundial. Y es que da igual el tipo de persona que seas: Berlín siempre tendrá algo que te encandile. Tras este espacio subvencionado por la Oficina de Turismo de Alemania, entro al trapo. A continuación: todo lo que siempre quisiste saber sobre el Muro de Berlín y nunca te atreviste a preguntar (o no, pero simplemente no tienes nada mejor que hacer que leer esta entrada).

Huy, ¿hoy es el aniversario de la Caída del Muro? Pues no me he dado ni cuenta, y eso que vivo en Alemania.
Efectivamente: el 9 de noviembre no es fiesta nacional y, de hecho, dista mucho de serlo. No es que los alemanes no celebren la unificación, sino que lo hacen el 3 de octubre, día en el que se hicieron oficiales todos los tratados. Resulta que el 9 del 11 es una fecha de lo más solicitada y, a lo largo de la historia, ha habido overbooking de acontecimientos: sin duda, los más llamativos fueron, por un lado, el intento de golpe de estado perpetrado por Hitler y Erich Ludendorff en 1923 y, por el otro, la famosa Noche de los Cristales Rotos, en la que muchas personas decidieron demostrar por primera vez con hechos concretos su antisemitismo. Multitud de judíos fueron apaleados (algunos hasta la muerte) y ardieron sinagogas y pequeños comercios. Por tanto, se decidió evitar dar pie a situaciones incómodas (o incluso violentas) en años posteriores obviando por completo la fecha. Con una excepción: el XX aniversario de la caída del muro.

¿Por qué se dividió Alemania?
Tras la guerra, el país quedó dividido en cuatro sectores: el británico en el Norte, el francés en el Sur, el soviético en el Este y el americano, como siempre, en medio de todo el cotarro. Y llegó la duda:

-Segnorés, hemos desididó que beglín tiené que pegteneser a la France.
-Para el carro. ¡No he hecho cruzar el maldito Atlántico a mis mejores hombres para renunciar a esa maldita ciudad!
-Con el debido respeto, Milord, creo que este tema necesita aclararse ipso facto. Bueno, tras la hora del té.
-Niet.

La solución a un problema de tales dimensiones no fue otra que dividir la ciudad en cuatro sectores. Todo un programa de inmersión lingüística, vamos. Unos pocos años después, los yankies, los gabachos y los horteras británicos decidieron que el país estaba listo para manejarse por sí solo (con supervisión, a lo Afganistán), pero los cosacos le habían cogido el gusto a las Bratwürst y al Glühwein y, de nuevo, dijeron que niet del peluquín, que ellos no se iban, que en Moscú hacía mucho frío en invierno y allí sólo 15 grados bajo cero.

Alemania dividida...

...y Berlín dividido


¿Y entonces levantaron un muro?
No, todavía no. Primero se estipularon las fronteras y, en 1949, el país se dividió definitivamente en dos: la República Federal de Alemania (RFA en el papel de “malditos capitalistas”) y la República Democrática de Alemania (RDA haciendo las veces de “el enemigo comunista”). Al principio los controles no eran demasiado estrictos, hecho que dio lugar a una ola de inmigración masiva. Poco a poco, el paso hacia el otro lado se fue regulando por medio de permisos, algo así como visados, cuya expedición terminó siendo cuanto menos fortuita. Sin embargo, los habitantes de Berlín podían moverse por la ciudad con bastante libertad. Conclusión: “¡vámonos Berlín, Pepe! Que desde allí nos cogemos un avión y en cuestión de menos de una hora nos plantamos en la otra Alemania”. Hay que tener en cuenta que, como siempre sucede a la hora de trazar fronteras, a los dirigentes no les importó que la vecina del pueblo de al lado a la que el ciudadano X le compraba los huevos (y a la que, de paso, cortejaba) ahora tuviese pasaporte extranjero, o que la abuela ya no pudiera ir a diario a ver a sus nietos porque, literalmente, se encontraban en territorio enemigo. Porque sí, la RDA era considerada como el territorio enemigo en la fiesta que se estaba liando ahí afuera: la Guerra Fría. Es fundamental tener eso en cuenta para entender uno de los motivos por los que Alemania Occidental creció de manera tan espectacular tras perder una guerra por segunda vez consecutiva: Estados Unidos subvencionó el país en gran medida mediante el Plan Marshall con el fin de fortalecer la frontera y bloquear un presunto avance socialista. No son listos ni los americanos.

Y entonces construyeron el muro, ¿no?
Pues sí; al Partido Socialista Unificado de Alemania no le gustó nada de nada eso de que la gente se fuera para el otro lado, sobre todo los estudiantes y trabajadores especializados. Sólo quedaba una solución: evitar por todo los medios el acceso a Berlín Occidental. Y vaya si lo consiguieron. La mañana del 13 de agosto, los berlineses se encontraron con una sorpresa de lo más desagradable: un muro de hormigón que llegaría a tener una longitud de 120 km. Familias y amigos separados, personas que no podían acceder a sus puestos de trabajo e individuos que, por casualidad, esa noche se encontraban en el otro lado y ya no pudieron regresar a sus casas. Como te lo cuento.


Poco a poco, la frontera se fue haciendo más y más sofisticada.


¿Y no se podía pasar de un lado para otro bajo ningún concepto?
En principio no, aunque hubo algunas excepciones, y siempre de occidente a oriente. Berlín occidental estaba conectado con el resto de la RFA mediante líneas de transporte y una maravillosa autopista, por lo que la ciudad no estaba en absoluto aislada. Y así se mantuvieron las cosas hasta 1989. Por supuesto, hubo gente que consiguió escapar (en globo, cavando un túnel, escondidos en coches)...

Conrad Schuhmann, soldado que aprovechó la primera de cambio para escapar de Berlín Oriental.


¿Qué llevó a la caída del muro y a la unificación de Alemania?
El régimen comunista estaba ya en sus últimas, y comenzaba a surgir un atisbo de esperanza. En ciudades como Leipzig, todos los lunes se convocaban manifestaciones multitudinarias que no exigían la caída del régimen directamente, sino mejores condiciones y libertades (sobre todo lo segundo). A partir de 1988, países como Polonia o Hungría vivieron una transición pacífica y memorable hacia la democracia, por lo que era cuestión de tiempo que el resto de miembros de la URSS siguieran sus pasos. En septiembre de 1989, cientos de personas se hacinaron en la embajada de la RFA en Praga y allí acamparon hasta que se les concedió un pasaporte hacia la libertad. Finalmente, el 8 de noviembre se decretó el libre tránsito de ciudadanos entre las dos Alemanias. Y eso sí que fue una fiesta. La alegría colectiva inundó la ciudad, en la que se festejó sin descanso. Aquellos que, por extraños motivos, durmieron cual angelitos se levantaron para ir a trabajar a la mañana siguiente y se encontraron con todo el percal. La pesadilla había terminado.

Hungría abrió sus fronteras durante unas pocas horas algunos meses antes, mientras cientos de personas "se reunían en un picnic colectivo". Ni en las  rebajas, oiga. Más info aquí.
<3


¿Cómo fue el proceso de adaptación de los ciudadanos que habían vivido en la RDA?
Pues duro. Hay que tener en cuenta que habían pasado nada más y nada menos que 40 años, por lo que la mayoría de los ciudadanos había nacido y se había criado en un régimen comunista totalitario, y ahora le tocaba, de buenas a primeras, adaptarse al capitalismo; no sin motivo, algunos padecieron de "Ostalgie" o nostalgia del Este. Hay que puntualizar que no todos los Ossies veían la caída del comunismo con buenos ojos: estaban acostumbrados a un régimen que, pese a todas sus desventajas, contaba con una cifra de desempleo simbólica y ofrecía a sus mujeres una posibilidad de emancipación considerablemente mayor. De hecho, aquellas personas tuvieron que cambiar por completo sus costumbres y formas de vida, puesto que de repente el único sistema válido era el de la RFA y todo tenía que funcionar en consonancia con este. Vaya, que no dieron su brazo a torcer. Por ejemplo, se planteó un problema bastante peliagudo: ¿qué hacemos con los jueces y abogados que se han formado en el seno de un sistema totalitario? ¿Cómo podemos estar seguros de que sus decisiones y prácticas son conformes a derecho? Poco a poco, y con la colaboración activa de todos y cada uno de los ciudadanos (o eso dicen ellos), se consiguió que de ambos países surgiera uno en plena armonía.

Bueno, pues hasta aquí puedo leer. Espero que os haya parecido interesante; a mí, desde luego, me parece un tema increíble que bajo ningún concepto se puede resumir en 4 páginas de Word. En realidad esta semana, en clase de alemán, nos hemos dedicado bastante a documentarnos y hablar sobre el tema, películas y vídeos de archivo incluidos. Tengo la suerte de que mi profesor es uno de esos afortunados que saben de todo y que consiguen atrapar al oyente cuando cuentan sus historias y vivencias. Por ello, si tenéis alguna duda en concreto, no dudéis en preguntar: se la haré llevar e intentaré transmitir su respuesta de la mejor forma posible. Si no, podéis ver la mini serie Deckname Luna, en la que se muestra la historia con bastante precisión, según dicen (todavía no he tenido tiempo de verla, pero sé que está en Youtube). En la página de la serie se puede ver una cronología de los hechos bastante interesante, con videos que, aunque estén en alemán, muestran escenas originales de la época.
¡Hasta otra!